Riquezas y Desigualdades

La riqueza es un tema que ha fascinado y preocupado a la humanidad durante siglos. Desde Adam Smith hasta Michael Parenti, pasando por las reflexiones del expresidente uruguayo José Mujica, la historia económica ha demostrado que la acumulación de bienes no es el problema central de las sociedades, sino su distribución y administración.
El pensamiento de Adam Smith y la realidad económica actual:
Adam Smith, en La riqueza de las naciones (1776), sentó las bases del capitalismo moderno, destacando el papel del mercado, la división del trabajo y la mano invisible que regula la economía. Para Smith, la prosperidad de una nación dependía del crecimiento económico impulsado por la producción y el comercio. Sin embargo, si bien su teoría reconocía la importancia de la competencia y la libertad económica, el mundo de hoy muestra que el libre mercado, en su aplicación práctica, ha llevado a una concentración excesiva de riquezas.
El problema radica en que la teoría de Smith, que parecía prometer progreso generalizado, ha sido aplicada de manera que beneficia a unos pocos. Grandes corporaciones y élites económicas han capturado los mercados y las políticas públicas, alejándose del ideal de una competencia justa.
Michael Parenti y la crítica al poder económico:
El politólogo Michael Parenti ha analizado cómo el poder económico global ha sido monopolizado por grupos reducidos que imponen sus intereses por encima de las necesidades de la mayoría. Su crítica al capitalismo no se centra en el comercio en sí, sino en cómo las corporaciones y los gobiernos han convertido la economía en una herramienta de dominación.
Las políticas neoliberales, promovidas por organismos internacionales y potencias económicas, han dejado a muchas naciones en una posición de dependencia. En países como la República Dominicana, la riqueza se concentra en un pequeño sector, mientras que la mayoría de la población enfrenta salarios bajos, servicios deficientes y oportunidades limitadas.
José Mujica y la visión de la sobriedad:
José Mujica, conocido por su estilo de vida austero y su pensamiento crítico sobre la riqueza, ha insistido en que el problema del mundo no es la falta de recursos, sino la falta de equidad en su distribución. Mujica cuestiona la obsesión por el consumo y el crecimiento sin límites, afirmando que el mundo produce suficientes bienes para todos, pero estos se acumulan en manos de unos pocos.
En la República Dominicana, esto se evidencia en la desigualdad social: mientras algunos sectores acumulan fortunas, una gran parte de la población lucha por acceder a vivienda, salud y educación de calidad. Mujica nos recuerda que la verdadera riqueza de una nación no se mide solo en su PIB, sino en el bienestar de su gente.
Las grandes potencias y la República Dominicana: un paralelo de desigualdades:
Si bien la riqueza global ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, esta sigue estando concentrada en un puñado de países. Naciones como Estados Unidos, China o Alemania dominan el comercio y la tecnología, mientras que países en desarrollo, como nuestro país , dependen en gran medida de estos mercados.
En términos internos, la brecha es aún más evidente. En las grandes economías, la desigualdad se manifiesta en la diferencia entre multimillonarios y ciudadanos de clase media. En la República Dominicana, la distancia entre los sectores más ricos y los más pobres es abismal, lo que limita la movilidad social y perpetúa un ciclo de dependencia económica.
Conclusión:
Adam Smith nos mostró el camino del crecimiento económico, Michael Parenti nos alertó sobre el uso del poder económico como herramienta de control, y José Mujica nos recordó la importancia de la equidad y la sobriedad en la administración de los recursos. El desafío para nosotros y el mundo es lograr un modelo económico más justo, donde la riqueza no sea privilegio de unos pocos, sino un bien común que garantice el desarrollo real de las naciones.
Enfrentar este reto implica cuestionar los paradigmas económicos actuales y fomentar políticas que reduzcan la brecha entre ricos y pobres. No basta con crecer económicamente; es necesario que el progreso nos llegue a todos.