Ojo Público informa

Opinión

Entre la Razón y la Emoción

La fatídica madrugada del pasado 8 de abril, nuestra sociedad fue estremecida por el trágico colapso del techo del Jet Set, hecho que ha dejado dolor, pérdidas humanas y un profundo silencio que ha sido rápidamente invadido por el ruido emocional de opiniones, juicios y posiciones en las redes sociales y medios de comunicación.

Desde estas líneas no pretendemos acusar ni mucho menos defender. No buscamos señalar culpables ni proteger a nadie. Es, más bien, un llamado urgente a la razón, al pensamiento lógico, al análisis cognitivo y a la reflexión crítica frente a una sociedad que, en tiempos de crisis, parece optar por la inmediatez emocional en lugar del juicio estructurado.

Las emociones, como diría el filósofo español José Antonio Marina, “son indispensables para la acción humana, pero peligrosas cuando dirigen el juicio”. No se trata de deshumanizar la tragedia ni de ignorar el sufrimiento de los afectados. Por el contrario, se trata de evitar que esa emoción nos convierta en jueces implacables sin evidencias, sin contexto y sin justicia.

La psicología cognitiva, especialmente los estudios de Daniel Kahneman Premio Nobel de Economía en su obra Thinking, Fast and Slow (2011), demuestran cómo el pensamiento rápido, intuitivo y emocional, suele dominar sobre el pensamiento lento, racional y analítico, especialmente en situaciones de alta carga emocional. Y es precisamente eso lo que estamos viendo: una sociedad gobernada por el pensamiento rápido, intuitivo y emocional.

La educación, como instrumento de liberación y transformación, debe formar a los ciudadanos no solo en conocimientos, sino en capacidades para pensar críticamente. En palabras de Matthew Lipman, precursor del pensamiento crítico en la educación: “La educación debe enseñar a pensar antes que a repetir”. Esto significa que el juicio social no puede ni debe ser el eco de lo que sentimos o de lo que dice una mayoría airada, sino el producto de un análisis sereno, justo y racional.

Frente a esta tragedia, hay sectores sociales, incluyendo figuras públicas y generadores de contenido, que han tomado posiciones polarizadas, algunas veces sin ningún fundamento técnico, sin respetar el debido proceso, ni la dignidad de los que han sido afectados, ni la responsabilidad que implica hablar desde una pantalla con miles de seguidores. Y esto tiene consecuencias.

Desde mi perspectiva como docente, estoy convencido de que la escuela, la universidad y los espacios de formación deben ser incubadoras del pensamiento lógico y ético. No podemos seguir formando ciudadanos que reaccionan sin reflexionar, que se posicionan sin evidencias, que opinan por moda o por likes.

 

El gran epistemólogo Piaget, planteo “la inteligencia es lo que usas cuando no sabes qué hacer”. En tiempos de crisis, la inteligencia social se activa cuando decidimos detenernos a pensar, cuando nos negamos a replicar sin analizar, cuando dejamos que el juicio se construya a partir de datos, hechos y criterios, no de emociones e impulsos.

Desde las víctimas humildes hasta los de más abolengo que también perdieron seres queridos, merecen justicia. Pero la justicia no puede nacer del caos emocional. Necesita un marco jurídico, un proceso investigativo y, sobre todo, un clima social que respete la verdad y no la sustituya por la percepción.

No se puede pedir justicia con linchamientos digitales. No se puede pedir verdad creando ficciones emocionales. Y no se puede pedir consecuencia cuando no se respeta la razón.

Nuestro país necesita una ciudadanía que piense antes de emitir juicios, que construya opinión basada en evidencias, y que entienda que una democracia sana se sostiene sobre el pensamiento racional y no sobre la manipulación emocional.

Karl Popper decía, “La tolerancia ilimitada conduce a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitadamente incluso a aquellos que son intolerantes, si no estamos preparados para defender una sociedad tolerante contra el embate de los intolerantes, entonces los tolerantes serán destruidos y la tolerancia con ellos.”

Y en este contexto, debemos agregar: si no estamos dispuestos a defender la racionalidad contra la avalancha de emociones desbordadas, será la razón la que muera, y con ella, la justicia.

Este no es un llamado a la indiferencia. Es, por el contrario, un llamado a la responsabilidad. A asumir que las tragedias deben dolernos, pero no desorganizarnos; que el dolor debe conmovernos, pero no enceguecernos. Que, como sociedad, debemos construir nuestras respuestas no sobre el grito, sino sobre el juicio. No sobre la emoción, sino sobre el pensamiento.

Solo así seremos una sociedad realmente madura. Solo así podremos, al fin, tomar decisiones que no respondan a lo que creemos o sentimos, sino a lo que debe ser.

José Rafael Padilla Meléndez

José Rafael Padilla Meléndez es un destacado docente y político en la República Dominicana, conocido por su compromiso con el desarrollo educativo y social. Ha trabajado incansablemente para modernizar la educación, integrando tecnologías emergentes en la formación de maestros, y ha creado programas innovadores para mejorar la enseñanza de las matemáticas. Además, su influencia en el ámbito político se refleja en su análisis crítico sobre reformas constitucionales y políticas públicas, promoviendo la institucionalidad y la justicia en el país.

Árticulos Destacados

Deja una respuesta

Botón volver arriba
Ojo Público acceso mundial »
Send this to a friend