
Santo Domingo.- En las últimas décadas, la cirugía plástica ha dejado de ser un campo exclusivo para las celebridades y ha llegado a ser una práctica común entre personas de diversas clases sociales.
Con el advenimiento de las redes sociales y la obsesión por una apariencia física impecable, la búsqueda de una «versión mejorada» de uno mismo se ha convertido en una tendencia global.
Sin embargo, detrás del brillo de los filtros digitales y las promesas de un cuerpo perfecto, se esconde una realidad sombría: el aumento de las muertes por procedimientos estéticos.
Una belleza peligrosa
El concepto de belleza ha sido históricamente variable, pero en la actualidad, las presiones sociales para cumplir con ciertos ideales estéticos son más intensas que nunca.
El acceso a procedimientos quirúrgicos más asequibles, junto con el marketing agresivo de clínicas y cirujanos plásticos, ha hecho que cada vez más personas se sometan a intervenciones como la liposucción, el aumento de senos, las rinoplastias y los procedimientos faciales.
Cada año, miles de personas en todo el mundo buscan someterse a cirugías plásticas en clínicas tanto locales como internacionales.
Aunque muchos de estos procedimientos resultan ser exitosos, otros terminan en tragedias.
En muchos casos, las víctimas son personas que, atraídas por precios bajos y promesas de resultados rápidos, se someten a procedimientos en clínicas sin la debida infraestructura o sin la supervisión de profesionales calificados.
Muchos pacientes optan por viajar a destinos conocidos como «turismo médico» para someterse a procedimientos que ofrecen precios considerablemente más bajos que en sus países de origen, además este fenómeno ha demostrado ser una práctica peligrosa, pues en muchos de estos centros se realizan cirugías sin las garantías de seguridad necesarias, lo que incrementa considerablemente el riesgo de complicaciones fatales.
Las infecciones, reacciones adversas a la anestesia, problemas durante la recuperación, hemorragias y complicaciones con la cicatrización son solo algunas de las posibles consecuencias.
En casos extremos, los pacientes pueden sufrir complicaciones graves que resultan en la muerte, debido a una combinación de factores, como un diagnóstico incorrecto, la inexperiencia del cirujano o la falta de medidas de prevención adecuadas.
La idea de la «perfección» física ha pasado a ser vista como un logro tangible, un estatus social que se puede comprar y modificar mediante procedimientos médicos.

Se recuerda que en diciembre del año culminado, la joven Pamela Almánzar se sometió a varias cirugías estéticas realizadas por el doctor Edgar Contreras.
Según declaraciones de sus familiares, Pamela acudió el 16 de diciembre para realizarse una cirugía de reducción de senos. Sin embargo, fue convencida por el médico de someterse además a una abdominoplastia y liposucción en brazos y piernas.
Tras la cirugía, la joven fue dada de alta de forma inmediata, pero su estado de salud comenzó a deteriorarse rápidamente. El viernes 27 de diciembre, Pamela fue ingresada de nuevo en la clínica debido a un fuerte dolor generalizado y horas después falleció.

Además la influencer mexicana Asli Fernández, de 29 años, quien compartía contenido de su vida a través de TikTok, murió por supuesta negligencia médica, según su pareja Christian Carreón.
Carreón contó a través de una transmisión en vivo en redes sociales que la tiktoker se realizó los análisis correspondientes y estaba en perfectas condiciones.
Luego el 6 de enero, Carreón recibió la información de que su pareja estaba «siendo atendida por médicos especialistas en urgencia», que había sufrido un infarto, aunque finalmente dijeron que la causa de muerte había sido una trombosis.
«Cabe recalcar que el cirujano me dijo que mi esposa fallece casi al terminar la cirugía, lo raro aquí es que ella entró a quirófano por un procedimiento de ‘mommy makeover’, cuando fue realizado, ella sólo tenía una lipo y eso es lo que no me cuadra», enunció.
Las expectativas poco realistas alimentadas por las redes sociales, donde las celebridades y los influencers muestran sus cuerpos modificados, refuerzan la idea de que la perfección estética es alcanzable a través de la cirugía.
Este entorno crea una presión constante sobre los individuos para cumplir con un estándar de belleza idealizado, independientemente de las consecuencias.
El «todo vale por una imagen perfecta» ha contribuido al aumento de la demanda de procedimientos peligrosos, a menudo realizados sin la debida preparación o la evaluación psicológica necesaria.