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Economía con rostro humano

Gobernar es servir, esta afirmación, breve pero contundente, representa la brújula que debe guiar todo modelo económico centrado en el bienestar ciudadano. En la República Dominicana, el crecimiento económico ha sido constante en cifras, pero intermitente en impacto. La paradoja es evidente: mientras los informes del PIB muestran bonanza, la percepción del ciudadano común revela fatiga, desigualdad y fragilidad. La economía no ha sido, en todos los casos, una herramienta para liberar al ser humano, sino, muchas veces, una estructura que lo encierra en la sobrevivencia.

Para romper ese círculo vicioso, necesitamos re-direccionar el enfoque de la economía Nacional hacia una visión que combine principios universales, disciplina fiscal y dignidad productiva.

Los principios universales: ética pública y equidad estructural, en el marco del desarrollo no puede estar desvinculado de la ética. El acceso desigual a servicios, el favoritismo en contrataciones públicas, y la asignación clientelar del gasto social socavan los cimientos de cualquier modelo sostenible. La ciudadanía no reclama solamente crecimiento, sino justicia distributiva.

Para ello Proponemos:

    • Establecer un Pacto Nacional de Ética Fiscal y Productiva, que obligue a todas las instituciones del Estado a rendir cuentas de su impacto económico y social.
    • Reformar la Ley de Compras y Contrataciones para favorecer a productores locales y mipymes que generen empleo formal.

Ejemplos:

En países como Uruguay, la combinación de políticas redistributivas con una institucionalidad fuerte ha permitido que el crecimiento beneficie a la mayoría y no solo a los sectores concentrados.

Asumamos disciplina fiscal: gastar mejor, no gastar más, una economía no se fortalece con expansión del gasto descontrolado, sino con inversión inteligente y eficiente. La deuda pública dominicana supera el 60% del PIB, y gran parte de los ingresos del Estado se destinan al pago de intereses. La sostenibilidad no se logra endeudando al país, sino potenciando su capacidad productiva.

Ahora bien, que proponemos:

    • Que se rediseñe el presupuesto Nacional para priorizar sectores multiplicadores del desarrollo (educación técnica, agroindustria, energías renovables).
    • Crear un sistema de evaluación pública obligatoria del impacto social y económico de cada peso gastado por el Estado.

Ejemplos:

Chile logró reducir su déficit y mantener estabilidad durante años mediante una regla fiscal estructural que exige ahorro en tiempos de bonanza y gasto prudente en épocas de crisis.

La dignidad productiva empodera al ciudadano como generador de valor ya que la pobreza no se combate solo con subsidios, sino con acceso real a medios de producción. La economía nuestra depende en exceso del consumo y de sectores de baja agregación de valor (como el comercio informal o el turismo de bajo costo), mientras que el campo, la industria Nacional y el conocimiento científico siguen subutilizados.

Y para que esto cambie proponemos:

    • Impulsar un Plan Nacional de Reconversión Productiva en sectores claves como agroindustria, tecnología, exportaciones culturales y economía verde.
    • Fortalecer el sistema de educación técnico-profesional para formar ciudadanos capaces de insertarse en cadenas de valor globales y regionales.

Ejemplos:

Costa Rica apostó por la educación técnica, los incentivos a la tecnología y el respeto al medio ambiente. Hoy es un referente en exportaciones de servicios tecnológicos, a pesar de su pequeño tamaño.

Otro horizonte posible es la economía al servicio del ciudadano con la visión de que la economía debe humanizarse no es una utopía, es una necesidad histórica. Cada política pública, cada gasto presupuestario y cada decisión estatal debe responder a una pregunta esencial: ¿esto empodera o debilita al ciudadano?

Revertir el rumbo requiere valentía política, diálogo multisectorial y una ciudadanía activa. No basta con cifras alentadoras, necesitamos realidades tangibles: un padre de familia que pueda educar a sus hijos sin endeudarse, una joven que acceda a un empleo digno sin emigrar, un productor agrícola que vea recompensa a su esfuerzo sin depender del clientelismo.

Finalmente queremos concluir diciendo, que una economía justa no se construye desde la improvisación, sino desde la coherencia entre principios y acción. La República Dominicana está a tiempo de redefinir su rumbo: disciplinada en sus finanzas, ética en su administración, y profundamente comprometida con liberar el potencial productivo de su gente. Porque, al final, gobernar es servir, y servir es empoderar.

José Rafael Padilla Meléndez

José Rafael Padilla Meléndez es un destacado docente y político en la República Dominicana, conocido por su compromiso con el desarrollo educativo y social. Ha trabajado incansablemente para modernizar la educación, integrando tecnologías emergentes en la formación de maestros, y ha creado programas innovadores para mejorar la enseñanza de las matemáticas. Además, su influencia en el ámbito político se refleja en su análisis crítico sobre reformas constitucionales y políticas públicas, promoviendo la institucionalidad y la justicia en el país.

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