La Planificación docente con coherencia en la era digital.

El tesoro de la educación no ha perdido vigencia, pero hoy exige una reinterpretación profunda. En 1996, Jacques Delors propuso los cinco pilares del aprendizaje como fundamento de la educación del siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser y aprender a lo largo de la vida. Sin embargo, estos pilares deben ser repensados en un mundo dominado por la inteligencia artificial, la automatización, la robótica, la ciberseguridad y la digitalización.
En la República Dominicana como en muchos países de América Latina el sistema educativo aún responde a una lógica industrial y burocrática, mientras la sociedad avanza hacia entornos hiperconectados y complejos. Este análisis plantea una reflexión crítica sobre la necesidad de una planificación docente coherente, no solo con las realidades humanas de aula, sino con los desafíos emergentes del tiempo presente.
La planificación como brújula para un mundo en transformación:
Hoy más que nunca, la planificación educativa debe ser más que un formulario administrativo. Debe convertirse en un proceso flexible, adaptativo, y profundamente conectado con las transformaciones sociales, tecnológicas y culturales del mundo actual. El docente necesita planificar con base en saberes emergentes, sin perder la dimensión humana que implica enseñar a seres humanos complejos y diversos.
Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE, ha insistido en que “la educación del siglo XXI no debe enseñar a los estudiantes qué pensar, sino cómo pensar, cómo aprender y cómo adaptarse en un mundo incierto”. En esta misma línea, el Foro Económico Mundial (2023) señala que los sistemas educativos deben priorizar habilidades como el pensamiento computacional, el uso ético de los datos, la resiliencia digital y la ciudadanía global.
Los cinco pilares como ejes para los saberes emergentes:
Delors no pensó en ciberseguridad ni robótica, pero sus pilares siguen siendo vigentes si se reinterpretan:
Aprender a conocer: hoy implica desarrollar pensamiento crítico sobre la información digital, saber distinguir entre desinformación y conocimiento, comprender sistemas complejos como la inteligencia artificial o los algoritmos.
- Aprender a hacer: se traduce en la capacidad de programar, de interactuar con tecnología, de resolver problemas desde la lógica del diseño y la innovación.
- Aprender a vivir juntos: en tiempos de redes sociales, polarización digital y discursos de odio, requiere formar competencias de convivencia en entornos digitales y físicos, desarrollando empatía mediada por tecnología.
- Aprender a ser: ahora exige construcción de identidad digital, autorregulación emocional en entornos virtuales y desarrollo de conciencia ética frente a los dilemas que plantea la tecnología.
- Aprender a lo largo de la vida: se consolida como aprendizaje continuo, abierto, híbrido, apoyado en plataformas, micro credenciales, inteligencia artificial y autoformación.
El desfase actual: docentes sin recursos, estudiantes sin preparación:
El gran dilema educativo no está solo en el acceso a la tecnología, sino en la falta de coherencia entre lo que se exige planificar y las condiciones reales para enseñarlo y aprenderlo. Se obliga a muchos docentes a insertar contenidos digitales o STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), sin que ellos mismos hayan sido formados adecuadamente en esas áreas. Y se pide a los estudiantes desarrollar competencias abstractas, sin acceso real a dispositivos, conectividad o formación base.
Un informe reciente de la UNESCO (2024) advierte que la inclusión de tecnologías educativas en América Latina ha sido “inequitativa, ineficaz y muchas veces simbólica”, sin acompañamiento docente ni inversión pedagógica sostenible. Este es el vacío estructural que debemos denunciar y subsanar.
Planificar desde la realidad del docente, no desde un modelo impuesto:
La planificación no puede pedirle al docente lo que no tiene ni exigirle al estudiante lo que no puede recibir. Debe construirse desde la realidad vivida en el aula, con los recursos reales disponibles y con las capacidades reales de los actores.
Fernando Reimers, experto en educación global de Harvard, plantea que los sistemas educativos deben fomentar una autonomía profesional reflexiva en los docentes, permitiéndoles adaptar sus planes y estrategias a las necesidades de sus estudiantes y a los desafíos del entorno.
Planificar con coherencia implica reconocer que la innovación no es una moda, sino una necesidad, y que esta debe estar alineada con la justicia educativa, la equidad digital y la ética del cuidado.
Los saberes que debemos enseñar y aprender hoy
La planificación del docente del siglo XXI debe incluir, además de las competencias básicas, los siguientes saberes fundamentales para formar a un ciudadano competente y global:
- Ciberseguridad y privacidad digital.
- Pensamiento algorítmico y programación básica.
- Uso crítico y ético de la inteligencia artificial.
- Ciudadanía digital y control de la identidad online.
- Cultura maker, robótica educativa y diseño tecnológico.
- Conciencia ambiental y sostenibilidad.
- Emprendimiento ético y pensamiento financiero.
Estos saberes deben estar presentes tanto en el currículo como en la mentalidad del docente. Y solo podrán ser parte de la educación si son planificados con visión estratégica, recursos adecuados y libertad profesional.
Los organismos competentes del Estado Dominicano y quienes lo dirigen deben entender que no se trata de insertar tecnología en el aula, sino de repensar todo el sistema a la luz de las nuevas realidades. La educación centrada en el conocimiento memorístico y repetitivo está agotada. Planificar debe ser un acto ético, creativo y situado. Debe responder a las necesidades del presente y anticiparse a los retos del futuro.
Hacemos un llamado urgente a toda la comunidad educativa y tomadores de decisiones: no se puede seguir planificando de espaldas a los pilares de Delors ni a las exigencias de la era digital. Educar para la libertad, la adaptabilidad, la dignidad y la competencia debe ser el nuevo horizonte.